A los tres años, la SEP dijo que ya estaba yo en edad de merecer educación. Seguramente mi familia, bola de despistados, lo vio en la tele o algo así. Tonses empezaron a buscarme un kinder. Aunque no tenían un quinto (por ejemplo, yo no tomaba Chocomilk ni Milo, sino simi-chocolate de la jirafita que sabía sospechosamente a tierra –el chocolate, no la jirafita–), a mi abuela le parecía "poco digno" que yo fuera a una escuela pública, porque en su tierra natal, El Salvador, sólo los "hijos de las chachas" estudiaban en esos piojosos recintos. Así que yo no sé cómo, pero me inscribieron en una cosa llamada "Manchester", ahí en la Del Valle, la colonia panista que me vio crecer hasta alcanzar el 1.25 de estatura.
Desde el primer día de clases sentí que ya todo había valido verga: la maestra era un puto asco.
PRIMER RECUERDO
La maestra nos dio una hoja de papel y una crayola. Luego luego dibujé un Chapulín Colorado, porque a pesar de que mi mamá intentaba con todas sus fuerzas que a mí no me gustara Chespirito, ps nomás no lo lograba (luego yo solita dejé de verlo, no se preocupen), y esos días estaba yo obsesionada con dibujar Chapulines Colorados y nada más.
Dramatización photoshopera. Ma, escanéate y rólate un Chapulín de los que hacía en esos tiempos, ¿no?
Yo estaba muy orgullosa de mi creación y me moría por enseñárselo a la maestra para que dijera "¡Qué bonito te quedó! ¡Dibuas padrísimo!". En cambio, la pinche bestia llegó, lo vio, y dijo: "¿Les de la indicación de que dibujaran?". Plaff, cubetada de agua fría. "Lo que van a hacer es rellenar toda la hoja con su crayola". Y ni siquiera me dio una hoja nueva. Tuve que convertir mi dibujito en esto:
SEGUNDO RECUERDO
Mi maestra era una ñora cuadrada y pendeja que no tenía idea de cómo controlar a la marabunta de chiquillos con los que habría de ganarse su sueldo, así que recurría, ¿por qué no?, al terror psicológico. Por ejemplo, había un güey que se chupaba el dedo constantemente, y un buen día le dijo que si seguía haciéndolo lo iba a encerrar en el patio trasero, donde había un enorme y feroz perro come-niños. Gulp, mejor sí nos portábamos bien.
TERCER RECUERDO
Estábamos pintando una hoja de papel con acuarela amarilla (sí, TODA la hoja de amarillo, la apoteosis de la creatividad, ¡el hemisferio derecho de fiesta!). Yo odiaba los colores tímidos, así que le echaba harrrrta acualera a la hoja, pa' que quedara machín. En esas estaba cuando vi que a un güey en la mesa de junto se le pasó de mano la humedad y su hoja de bond de la peor calidad se le perforó. La maistra se puso como loca, lo regañó horrible, lo trató de pendejo y lo humilló públicamente.
Toda sacada de onda volví a labor rellenadora y me di cuenta de que mi chaférrima hoja bond también tenía un hoyo. Nunca, en serio NUNCA, sentí un terror tan grande.
CUARTO RECUERDO
De chavita, mi sistema respiratorio era una mierda. Supongo que era una simple alergia a las montañas de polvo que había en mi ultrainsalubre casa, pero mi despistada familia estaba muy ocupada papando moscas en la luna como pa' darse cuenta, así que nada más me ponían 537656 suéteres y doble par de calcetines (lo juro) para "combatir mis enfermedades" (se nota que no había Google que desmintiera los pinches mitos de abuelita).
Tons estaba yo un día en la escuela con los conductos nasales bloqueados de mocos y la garganta medio cerrada, tan gacho que tenía que sacar la lengua para medio jalar aire no morirme asfixiada. La maestra consideró mi gesto una "enormísima falta de respeto", así que me advirtió que si no metía mi asquerosa lengua dentro de mi asquerosa boca, iba a agarrar unas tijeras y me la iba a cortar. Yo, como no era de esas niñas que a los tres años ya eran existencialistas y que ya compraban discos de Metallica y que ya habían tenido 34 novios y 67 divorcios, sino una escuincla inocente cualquiera, me lo creí todititito. Con el terror y la angustia se me cerró más la garganta y ps ya me andaba poniendo morada. No sé cómo sobreviví.
QUINTO RECUERDO
Mi despistada familia se dio cuenta, al fin, de que algo andaba mal, y me sacó de esa horrenda escuela (en la que, de haber seguido, hubiera tenido "misses" y no maestras). De la que siguió hablaré después. Mientras, sólo diré:
Escuelas clasemedieras de la Del Valle: 0
Escuelas activas: 1 (nunca estuve en una, pero supongo que no hubieran censurado mi Chapulín Colorado, ni me hubieran tratado como mierda por cometer un error, y mucho menos me hubieran amenazado con mutilarme).
Etiquetas: educación de calidad, pasado remoto