Plaqueta y ya

Antes "Verde Plaqueta" (aunque todavía es verde); antes antes "Documentando mi pasado, pa' que haya constancia" (aunque todavía lo documento, y todavía es pa' que conste).

jueves, junio 16, 2011

Soñé con un viaje escolar

Soñé que se organizaba un "viaje escolar" a Querétaro, pero yo era la yo actual y mis amigos mis amigos actuales. La cita era por el paradero de Indios Verdes, y yo llevaba puesta la ropa con la que viajaba cuando estaba en la universidad: unos pantalones cargo ñegros que habían pertenecido a Mario, nada lindos pero con miles de bolsas; una chamarra pachona (¿se acuerdan del boom de las chamarras pachonas hace diez años?) azul rey que me compré en Zara (TODO MUNDO la tenía, chicas, seguro las ubican) y una camiseta blanca que me quedaba grande.

De pronto mi yo actual protestaba y pensaba: ¿Habré traído ropa menos horrenda? ¿Camisetas de mi talla, por lo menos, no puras XXXXXXL, como solía usarlas en la prepa? Y checaba en mi mochila (la misma que usaba en aquel entonces) y sí, traía un par de camisetas decentes y una falda. Fiuf. La sociedad queretense no me iba a ver en fachas.

Después de un rato de estar perdiendo el tiempo en esa especie de estacionamiento, al fin era momento de "abordar". Y al subir me daba cuenta de que ya no había asientos disponibles en el autobús con aroma a mayonesa y naranja podrida (TODOS los autobuses que rentan para transportar estudiantes huelen a eso), y el chofer me decía "Ps no importa, váyase parada, ¿no?". Y yo lo mandaba a la verga y le decía que se comprara algo bonito con mis 350 pesos pero que yo no había pagado por esa mamada y que en ese momento me iba a bajar. Y él me decía "¿Pero qué tal que nace la bebé de Gaby?", y yo lo dudaba porque sí estaría bueno estar presente (como todos los bebés nacen en camiones de pasajeros), pero mi indignación era mayor y yo agarraba mis cosas y me bajaba, aunque el camión ya había arrancado y ya estaba un poco lejos del metro Indios Verdes.

Estaba anocheciendo y todo eran grandes avenidas hostiles para el peatón, y yo nomás no encontraba un taxi, microbús o lo que fuera que me llevara de vuelta a mis rumbos. De pronto un coche se detuvo cerca de mí, y como no había gente cerca ni luz ni cámaras ni policía ni nada yo pensaba: Ya valió madres. Pero no: del coche no se bajaron unos maleantes sino unos hipsters bonachones. Uno de ellos me decía: "Ayúdanos, necesitamos tu consejo. Tenemos un amigo que anda muy destrampado, maneja muy imprudentemente, como si se quisiera suicidar. ¿Qué nos recomiendas hacer?". Y yo les dije que le consiguieran una novia, y ellos me decían: "Pero sí tiene, de hecho van al Motel Boutique". (Jojojo). Y les decía que entonces todo iba a estar bien.

Como ya estábamos en confianza, los hipsters me daban un aventón a la Roma gooooei. PERO ANTES pasábamos a una tienda que era como Fantasías Miguel, porque uno de ellos era más chairo que hipster y quería comprar cera para hacer velas artesanales. En la tienda hacía calor y yo me veía en un espejo y me daba cuenta de que aún traía esa chamarra horrible. Me la quitaba para descubrir más capas de ropa: una chamarra amarilla, un suéter verde y, al final, la camiseta blanca talla XXXXXL.

Después la trama comenzaba a centrarse en el amigo suicida, que resulta que era coreano y su religión y costumbres lo tenían muy confundido, pero entonces (de vuelta a la vida real) llamaron los babotas de Total Play (¡ANTES DE LAS 9 AM!) para preguntar alguna estupidez.

Y ya. Sigo sin conocer Querétaro, "ni en sueños".


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