Plaqueta y ya

Antes "Verde Plaqueta" (aunque todavía es verde); antes antes "Documentando mi pasado, pa' que haya constancia" (aunque todavía lo documento, y todavía es pa' que conste).

martes, enero 27, 2009

En esta temporada, las Reputísimas Lomas trae para usted:

-La Chiqui-liga de la Justicia: Robin de la calle, Darth Vader de tela, y el niño Increíble plano-porque-no-comió-bien.

¿Sí me regala para un peso? O me lo chingo con mi espada de esas de las de Star Wars.

-Bati-Chica-fodonga: sin brassiere de los que hacen el paro, con la blusa fajada en el panssss y sin orejitas de muerciélago.



-Disfraz de vendedora de paletitas del 14 de febrero (de a 15 varo).

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lunes, enero 26, 2009

Limpieza de fotos varias

1. Me encanta que el PRI tuviera (¿o tenga?) cursos. No sé si sigan existiendo, pero eran todos deprimentes e insalubres. A los nueve años me metí a uno de hawaiano. Las danzas polinesias me importaban un pimiento, lo único que me interesaba era adelgazar para que mi figura paterna ya no me dijera cosas horribles. Años después, Edemege estudió oratoria y "seguridad en ti mismo" con una de sus heroínas: la Teniente-Coronel. Personajazo.



2. Bonetería. ¿Qué es un bonete? Un gorrito.

–¿Tiene gorritos?
–No.

3. Cuando vivía en la Santa María siempre veía este coche. Sigue existiendo y funcionando. Su único defecto es que pertenece a un payaso y los payasos están básicamente mal.



4. Uno de los lugares más fascinantes de la Ciudad de México:


5. Foto zacatecana:


6. Otra foto de Zacatecas. Son los "don'ts" para entrar al templo del Santo Niño:

No ropa deportiva, o sea que los atletas tienen que disfrazarse de otra cosa para agradecer al santísimo los milagros otorgados en competencia. No cruzar las piernas: en la Anexa también tenían esa prohibición, decían "esta no es escuela de modelos", jaja, claro, es un rasgo característico de las modelos cruzar las piernas. ¿Y si las modelos son devotas del Santo Niño? Están en problemas.

7. Y una más de Zacatecas:


8. Ésta es de la colonia Roma. Pasé por este local:

Ya estaba cerrado. Nunca supe el giro.


9. Foto neoyorquina:

Karateka con capacidades especiales en Queens.

10. La esperadísima foto de la bolsa de cereal indio que venden en la calle Jackson Heights.



11. ¡PELIGRO!

Si no hubiera sido bloguera me habría encantado hacer señales como la de arriba.

sábado, enero 24, 2009

Mensajes de amor

Un día, en mi primaria de tabicón peludo, se me ocurrió hacerle una vacilada a mi amiga Mónica Milagros (amo su nombre). Le empecé a escribir cartitas anónimas de un supuesto admirador secreto. Eran divertidísimas, mataría por verlas de nuevo. Decían cosas completamente absurdas, como "Ayer soñé contigo soñé que íbamos a Acapulco tú te veías preciosa en traje de baño pero de pronto un monstruo marino te atacaba era enorme y tenía lucecitas rojas, yo me asustaba mucho pero mi amor por ti era superior y entonces lo atacaba aventándole piedras y le daba en uno de sus varios ojos y entonces el monstruo te liberaba y tú me besabas como agradecimiento y yo era feliz y cuando desperté me sentí triste porque eso no había ocurrido en realidad". Lo mejor es que esta chica se lo creía todo. Una vez me encontré unas sombras de ojos tiradas en la calle y se las regalé "para que te vas más hermosa de lo que ya eres". Risa y risa yo.

No volví a hacerlo. Lo más cercano fue cuando le mandé una trenza artificial a un ex novio de la prepa cuando se cortó el pelo. Creo que nunca supo que fui yo.

Ayer en el Covadonga hicimos una tontería por el estilo, y cóooomo nos divertimos. Tan simplotes. Vimos a un güey "medio guapo" en la mesa de junto, entonces decidimos mandarle una chela con una nota:


Yo la escribí y Jorge Pedro "corrigió" : no soportaba que no tuviera acentos, aunque fuera de guasa.

Luego nos contestó:



Jiji. Y nosotros:



Somos tan mensos.

Tons llegó el güey y dijo "¿a quién le tengo que dar el beso?". Dijimos: a todos. Y el güey salió corriendo, pagó la cuenta y desapareció. No sin que antes yo le aleteara mis pestañas en un gesto "coqueto" que fue la cábula de la noche, jujuju.

Luego hicimos dibujitos de él:

Tan guapo.

Y ya. Luego fui a la fiestireunión del Roma y ya todo mundo se había ido. El encargado de los martinis estaba de mamón y no me quiso preparar nada, por lo que me serví unos vulgares vodkas con jugo de arándano que no me cayeron nada bien. "No vuelvo a beber".

***

Hoy me la pasé crudeando todo el día. Debo haber dormido 20 horas. No me quité la pijama y ni siquiera asomé la cabeza por la ventana. Lo que ahora me duele es que por huevas me perdí esto:


Mmmjmjmjm, y yo que tanto los amo a los Verbobala. Bueno, pero en marzo vuelven a venir.

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jueves, enero 22, 2009

Interrumpimos el furor edemegista para dar un anuncio

Ya viene el Festival de México en el Centro Histórico, y no sé ustedes, pero a mí me emociona un montónsss. Hay un blog que no se ha inaugurado formalmente, pero donde ya se puede encontrar información sobre un taller con Jem Cohen que empieza el lunes. Véanlo, pa que luego no digan que no se enteraron y que eran fansss de ese güei y blah-buuuh-sniff. Insisto: clic.

Fin del publipost.

Pronto: la inauguración de lo del Festival (¡eeeeeh!).

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miércoles, enero 21, 2009

Edemege: Epílogo

Originalmente estos posts eran uno solo, que versaba sobre la beca y ya. Pero la beca me llevó a Edemege, y como anduve rascando en mi cajita de recuerdos pues salieron las fotos de "aquellos tiempos", y empecé a escribir más de él y a recordar y la nostalgia y la verga de ocho patas, total que el pinche domingo ya estaba yo hasta llorando.

Entonces cambié el foco de la historia y todo se centró en ese cabrón, que ahora ha de estar feliz porque un chingo de gente leyó sobre él y hubo quien lo guguleó y que hasta tiene una postura ante él. Se ha de sentir importante –sí, más–.

Ese día de las lágrimas, después de publicar la primera entrega, por primera vez en varios años le escribí un mail a Edemege. Una carta así "de corazón". Le hablé de momentos chingones del pasado, le di una actualización a grandes rasgos de mi vida, y le dije por qué había estado evitándolo todos estos años: básicamente, me daba pánico que su voraz mamonería me llevara entre las patas, que siguiera escupiendo sobre lo que era importante para mí, que mi vida le pareciera insignificante, y que de paso intentara adoctrinarme cual feroz misionero-de-cristo sobre las glorias del libre mercado y el conservadurismo político.

No sabía de qué iba a tratar esta última entrega. Todo dependía de lo que me contestara ese güei. A lo mejor le daba hueva y archivaba el mail en la carpeta "asuntos sin relevancia internacional", quizá me respondía "Ah, sí, bueno, gracias, espero verte pronto, a ver cuándo las chelas, saludos.", o qué tal que de plano me decía que le asqueaba mi sentimentalismo-telenovelero-mexicano y que mejor sale baaaaai.

Pero no. Edemege me contestó bien bonito, y además lo hizo públicamente, como ya algunos habrán leído en los comments de Edemege II. Claro, mucho sabrá de negocios y macroeconomía y crísisis financiérasas el güey, pero ni puta idea de narrativa ni suspenso: ¿cómo comenta cosas lindas cuando los lectores están esperando el cruento desenlace de la historia? Ash. Pero se lo perdono y se lo agradezco.

Hace un par de años las diferencias políticas hubieran sido un obstáculo para tener una amistad con alguien. Pero para estas alturas de la vida tengo amigazos del alma que han hecho atrocidades tales como ir al Ángel a festejar que ganó Fox, y mi papá es republicanísimo y lee libros como "EL CASO CONTRA BARACK OBAMA", pero aun así lo quiero un chingo y me llevo escandalosamente bien con él. Quiero suponer que a Edemege tampoco le importará que yo haya votado por el Peje y que lea La Jornada y El Chamuco, ¿¿¿¿VERDAD CABRÓN????

Eso espero. Nos vemos en Londres, pero luego, nomás deja termino de pagar lo de Nuevayor. Y escríbeme, que ahora sí te voy a contestar.

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martes, enero 20, 2009

Edemege III: Gales y más allá (2000 - )

2000 - II

Desde que le dieron la noticia sobre la beca, el de por sí desbordante ego de Edemege empezó un ascenso hacia las nubes. Constantemente hablaba de cómo se convertiría en el rey del universo y nos daría trabajo a todos nosotros como vasallos de lujo, parloteaba sobre las mansiones bañadas de oro que se compraría, y describía con detalle puerco a las mamacitas pelirrojas y chichonas que se cogería desde el instante en que pisara suelo galés.

No sabíamos si reír o llorar. Así que hicimos las dos.

Lo convertimos en un personaje. Imitábamos su voz, sus gestos y sus frases más usadas. No lo hacíamos a sus espaldas, él disfrutaba que lo parodiáramos, le hacía gracia y se sentía importante –vamos, lo era–. Pero, conforme su partida a Gales se acercaba, Edemege iba superando la caricatura que habíamos creado de él. Y a mí me empezaba a dar miedo.

Un día, mientras él y yo contemplábamos a los chairos de LA jardinera, la clase dominante en la prepa, él perdió el estilo. Se puso a vociferar su desprecio hacia esos ilusos que pretendían cambiar el mundo, su repulsión hacia la suciedad en sus pelos, el tremendísimo asco que le provocaban su música y sus ropas e ideas. Pero ya no era el "pinchichairomugroso feo" de rutina, sino un ODIO con todas sus letras, un resentimiento explosivo, una ojeriza cancerosa que llevaba mucho tiempo gestándose. Los ojos se le desorbitaron, yo no lo reconocí, y no pude decir nada.

En su fiesta de despedida, en la casa de Iztapalapa de un güey llamado "El Rojo" –que tenía gansos y sospechábamos que se los cogía–, Edemege me pidió "hablar conmigo" unos minutos. Me dijo que le daba asco el novio que yo tenía (un metalero de pocas palabras), que si no lo cortaba él no podría escribirme desde Gales, que debería buscarme alguien con visión empresarial, con actitud, con verbo, con varo, con futuro. Y que yo tenía que cambiar, porque si no era más ambiciosa no llegaría a ningún lado, y que entonces cómo me iba a dar trabajo cuando fuera el PRESIDENTE VITALICIO DEL UNIVERSO. Y yo me enojé, porque a él qué le importaba, él qué sabía lo que a mí me interesaba, él qué chingados coños puta madre buaaaaah. Y sentí las lágrimas brotar a borbotones, y apreté los labios, y me sentí muy ofendida pero incapaz de confrotarlo, así que me di la vuelta y regresé a la fiesta y me puse a ver cómo Tiburrock hacía el ridículo para poder reírme y olvidar el pinche dolor.

Sniff.

Llegó el último día de Edemege en México. Iván, Mario, Lüge, Richie y yo fuimos al aeropuerto a decirle adiós. Hubo lágrimas, pero no eran "puras" como las de antes, sino un revoltijo de sentimientos, una cosa muy rara. Cuando se dirigió a las salas de abordaje y lo perdimos de vista, su mamá soltó el moco.
–¿Crees que regrese?– me preguntó.
–Claro que sí– la consolé, pero la neta no estaba muy segura.

Lüge nos llevó de vuelta a la prepa en su vochito. Estábamos tristes, pero también aliviados. En el camino cantamos "Shabadabadaba" a todo pulmón, y fue una experiencia liberadora: Edemege jamás nos hubiera permitido corear una canción pop, ni-de-broma.

Durante sus últimas semanas en México, Iván, Vilchis, Mario y yo habíamos empezado un cortometraje de animación en plastilina llamado La última pesadilla de Edemege. Trataba sobre su trayecto de México a Gales, y los sueños/pesadillas que iba teniendo en el avión: su llegada al paraíso –Gales– y cómo lo expulsaban de él por no hablar inglés, el descubrimiento de una tienda metalera atendida por Steve Harris y Björn Gelotte de la que lo corrían por mexicano, y el baile donde se enamoraba de una chica musulmana.

Es una verdadera lástima que no tengamos esa joya de la cinematografía casera (pinche Iván, ¿cómo lo fuiste a perder? Diego, deberías hurgar entre los casetitos prehispánicos, qué tal que lo encuentras, estaría finísimo subirlo a YouTube), y que su protagonista no haya alcanzado a verlo terminado.

A nosotros nos gustaba verlo una y otra vez. Por más pesado que fuera el Edemegito de plastilina, seguía siendo tremendamente simpático.



2001 - I

La mamonería de Mario llegó a su auge. Se le quitó lo metalero y empezó a despreciarme por dedicarle demasiado tiempo a la música, a perseguir bandas, a los conciertos, a mis amigos músicos. Me regañaba por no hacer nada "de provecho". Yo sólo pensaba: tengo 17 años, ya haré cosas de provecho después. Pero igual me sentía de la verga.

Aunque no tan de la verga. Porque, aunque fuera del otro lado del Atlántico, tenía un apoyo incondicional llamado Edemege.

¿O no?

Un día me llamó por teléfono. Estuvo por más de una hora perorando sobre lo MARAVILLOSO que era Gales (aclaraba: no como México), lo EXTREMADAMENTE alto del nivel académico de su escuela (aclaraba: no como la Prepa 6), lo INCREÍBLEMENTE bellas que eran las mujeres allá (aclaraba: no como las chilangas), lo INTOXICANTEMENTE deliciosa que era la comida (aclaraba: no como los tacos), lo APABULLANTEMENTE feliz que estaba (aclaraba: no como aquí). Y así todo el rato, sin permitirme colar una sola palabra en el supuesto diálogo... aunque la verdad no hubiera sabido qué decir.

Cuando colgué supe que lo había perdido.

Y entonces, por primera vez desde mi etapa suicida de los ocho años, me sentí absoluta y encabronadamente sola.



2001 - II

Edemege vino a pasar sus vacaciones de verano. Lo vimos sólo para corroborar que se había convertido en un monstruo.

Un día nos acompañó a mi mamá y a mí a ver unos depas. No recuerdo de qué estábamos hablando, pero mi mamá dijo algo así como "...sí, y ese chavo era moreno, más o menos como tú, Edemege". Y el güey, como para desmentir semejante grosería, se puso pálido. "¡Yo no soy morenooooo!". Bueno, lo que tú digas.

También su derechismo era novedad para mí. Durante un viaje General Anaya - San Cosme me vino explicando por qué deberían privatizar el metro. Acababan de vender Banamex, y él estaba feliz. No veía la hora en que México se deshiciera de Pémex. Etcétera. Y mis oídos chairos nomás sangraban y sangraban copiosamente.

Y ni porque traía yo un novio guapo, güero y simpático, Edemex me dejó en paz con eso de mi vida amorosa. "Ya te dije que te busques a alguien con actitud." ¿Actitud de qué o cómo? Grgrgrgr.

No me quedaron ganas de verlo más.




2002 y pa'l real

A partir de aquí todos los recuerdos son borrosos. Bloqueé a Edemege de mi vida, de mi mente, de mi Messenger.

Sé que se le fue olvidando el español, que cada vez hablaba más con acentouuuuu, que a veces ya de plano nos escribía en inglés.

Sé que se fue a estudiar al estado de Nuevayor, a Hamilton College, y que seguía siendo un deportista-mamado-inmamable.

Sé que tuvo un blog, pero yo ni lo leí.

Cuando venía a México yo no lo quería ver, no quería y no y que no. Hace años tuve un ilutrativo sueño sobre él y lo escribí en mi blog. Eran los tiempos en que nadie lo leía y podía hablar de quien se me diera la gana. Luego lo borré, porque Mario le pasó mi url a Edemege, y a mí me daba miedo y pena que lo leyera. Pero ahora no, lo reescribo:

Se suponía que Edemege iba a venir a México en unos meses. La idea no me hacía feliz, pero como todavía faltaba un rato, ps yo estaba muy tranquila. Un día estaba yo comiendo quesadillas en un puesto callejero, muy quitada de la pena, cuando de pronto aparecía Edemege en persona. Nomás que no era el nuevo Edemege mamey y de pelo corto y traje de diseñador, sino mi amigo el panzoncillo de largos chinos y eterna chamarrita negra llena de pelusas. Igual yo me sacaba un chingo de onda y le preguntaba: "¿Qué haces aquí? Según llegabas hasta dentro de unos meses, ¿no?" Y él me respondía: "No, pues cómo ves que ya llegué". Luego había un silencio incómodo, y entonces pasó lo más insólito que jamás me ha pasado mientras estoy dormida: el Edemege del sueño se empezaba a reír y me decía: "¡Naaaah! ¡Te la creíste! ¡Sólo soy un sueño!"

La última vez que vino a México le dijo a Mario, enfrente de su novia –la de Mario, no la de Edemege–: "Mariou, estoi orguioso de que haias conseguidou novia así de guapah, porque aunque es morenah es mui bonita".

Ella ni siquiera dudó si reír o llorar. Esa mamada tenía que ser una broma.

Pero cuando me lo platicaron yo supe que no lo había sido.

Menos mal que el "chistecito" no me tocó a mí. Porque a pesar de los años, a pesar de la dizque barrera que le había puesto, a pesar de la distancia –en todos los sentidos–, lo que dijera ese cabrón me seguía calando, para bien o para mal.

Grgrggr.

***

Ayer mi amigo Óscar –al que conocí poco después de la partida de Edemege a Gales–, tras de leer esta serie de posts, me dijo que siempre había creído que ese güei era un producto de mi imaginación.

Ya quisiera yo. Mi creatividad no da para un personaje de ese tamaño. Y ninguna ficción es capaz de zarandearme tan duro como cada uno de los recuerdos que tengo de Edemege.

Y aunque intente enterrarlo en lo más recóndito de mis fruti lupis, el cabrón ya es inmortal.




***

No continuará, pero mañana habrá un epílogo.








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lunes, enero 19, 2009

Edemege II: La prepa (98-2000)

1998 - II

A Mario tuve que arrebatarle su hojita de solucitud para el examen único, porque el muy babas había puesto de primera opción "Prepa 9", y luego la Vocacional "de por su casa". No se la regresé hasta que me prometió que pediría la Prepa 6. Para Edemege en cambio no cabía la menor duda de que estudiar en Coyoacán era mucho mejor idea que pasar tres años de su vida yendo y viniendo de Lindavista. Tan listo él.

Los tres tuvimos aciertos suficientes y nos quedamos en la 6. A mí me mandaron a un salón de la planta baja, el 406, y a Mario y a Edemege al 409, en el primer piso. A pesar de haber estudiado la secu en salones vecinos, ellos dos no se habían dirigido la palabra jamás. Pero igual trabaron amistad en tiempo récord: a la semana ya se estaban peleando como cachorros, compitiendo por ver quién saltaba más alto y retándose a leer más cientos de páginas de Dostoievski o Víctor Hugo al día.

Éramos EL trío amistoso inseparable. Íbamos a cineclubes por las tardes, en las tiendas de galletas nos preguntaban si éramos hermanos, escuchábamos mérol hasta que nos sangraban los oídos. Era fabuloso.


1999

La huelga fue el clímax de la amistad entre Edemege y yo. Nos la pasábamos forevereando, devorando libros, cine, música y quesadillas. Mario estaba un poco apartado, andaba en una etapa de mamonería extrema (ahora la recordamos como "cuando te enojabas"), y prefería encerrarse en su casa a "cultivarse" en vez de salir con nosotros, a quienes consideraba indignos de su grandeza.

En una de esas, Richie –otro amigo del grupillo– y yo estábamos en el Cineclub del Instituto Mexicano de la Juventud, esperando a Edemege. Mientras llegaba, nos pusimos a leer un cartel sobre unas becas: bachillerato internacional, colegios en países como Noruega, Gales, Italia, Canadá e India –entre otros–, estudia con güeyes de todo el mundo. Sonaba TAN bien. Estábamos todos entusiasmados cuando llegó aquel, relamiéndose los bigotes y hablando a detalle sobre el QUESOCARNE que se acababa de comer en Tepito.

–Es que no mames pinche montaña de queso y de carne y no mames te dan unas tortillotas y no mames las salsas así riquísimas y vale verga picosísimas así de que le di una mordida y no mames sentí que se me encendía la cara pero no mames güey pinche orgasmo tenemos que ir no mames...

Tuvimos que interrumpirlo con violencia para que nos dejara hablar. Le enseñamos el cartel. Lo leyó. Gritó. Dio brinquitos de emoción y vociferó "no mames no mames no mames no mames no mames no mames", etcétera. "Imagínense vivir en Gales o en Noruega como los metaleros". Nos lo imaginamos.

A partir de ese momento no hablamos de otra cosa. La beca esto, la beca lo otro. Le dijimos a Mario que le entrara, pero él, que "se enojaba", nomás nos miró con desprecio y dijo: Ash, son unos tontos, ilusos, JAMÁS obtendríamos esa beca, además mi mamá no me dejaría irme de México. Así, tal cual, lo recuerdo como si fuera ayer. Pero no logró apagar nuestro entusiasmo: nos íbamos a largar a otros países a estudiar y nadie nos detendría.



2000 - I

Arrancó el concurso de selección. Primero con una junta informativa donde nuestra emoción creció exponencialmente. Luego hubo un examen tipo Ceneval (¿o era del Ceneval?) a prueba de tontos: lo aprobamos sin pedos. Siguió un día de campo lleno de actividades chidas, en el que checaban qué tanto sobresalías del montón, reto que también superamos exitosamente. Fanfarrias y aplausos.

Ahora tocaba enfrentarse cara a cara con los ex alumnos de los Colegios del Mundo Unido, en minientrevistas. Todo había sido TAN fácil que llegamos confiadísimos, seguros de que saldríamos airosos y con una beca en el bolsillo. Aún había un montón de totopos entre nosotros, era indudable que los eliminarían a ellos, no a nosotros. A güevo.

Pero cómo ven que no.

Desde la primera entrevista me hicieron papilla. No sólo era yo ignorantísima para los estándares de los mentados Colegios, sino que no tenía un varo de seguridad en mí misma. Jamás fui buena con eso de la retórica y ni para convencer-argumentar-vender-cuentas-de-vidrio. Y los entrevistadores iban en plan agresivo, a ver qué tal reaccionabas ante las putizas de la vida real. No di una. Y como desde el mero comienzo me desmoralizaron, de ahí pa'l real fue una cagada tras otra. De verdad de verdad de verdad me quería morir.

En cambio Edemege andaba como si nada, aquello era para él como jugar "engarróteseme ái" contra alguien con Tourette. Salió sonriente tras enfrentarse con un cabrón que hasta lente oscuro traía, como judicial, para torturarte más. Rifó en las preguntas sobre literatura con sus choros sobre Los miserables, La guerra y la paz y El laberinto de la soledad. Blofeó cuando lo cuestionaron sobre su nivel de tolerancia (él era horriblemente racista, ateo rabioso y extremadamente elitista, pero dijo que no tendría ningún problema si le tocaran roomates asiáticos, musulmanes o pobres). Y todo eso porque, además de ser brutalmente culto, apasionado e intenso, el cabrón había tomado unos cursos de oratoria e hijoeputez nada más y nada menos que en el PRI. Nadie podía contra él.

Esa noche fuimos al Conservatorio a intentar ver Carmina Burana con nuestros amigos. Nos preguntaron cómo nos había ido, y casi que no fue necesario responder, porque nuestras caras lo decían todo. Edemege estaba radiante, ya se veía corriendo por los pastos verdes de Gales o muriéndose de frío en los fiordos Noruegos, y agitaba los brazos de emoción. Yo en cambio era un masacote deprimido, y se me quebraba la voz al contar lo que me había pasado esa tarde. (Flashback inútil que acabo de tener: yo llevaba puesta una playera con la portada de The Future de Leonard Cohen.) Me juré que jamás nunca concursaría para otra beca ni intentaría entrar al CUEC. Nada que involucrara entrevistas agresivas. Y hasta la fecha lo he cumplido, así de maricona.

Sniff.

Ocurrió lo obvio. A mí me batearon, y él pasó a la etapa final. Fuimos a checar los resultados a una oficina en la Anzures. Para mí lo peor había quedado atrás, así que no me apachiché más al no ver mi nombre en las listas. Al leer el suyo, Edemege primero brincó y lanzó puñetazos de victoria al aire y bailó y se paró de manos e hizo danzas tipo futbolista o personaje de Street Fighter. Lo normal.

Pero luego se me puso malito.

Le cayó el veinte de que era SEGURO que se ganaría la beca. Y le dio la pálida emocional. Me dijo que tenía miedo. Un poco, pero tenía. Y que nos extrañaría muchísimo. Que me extrañaría muchísimo.

Y lloró.

Él, el frío e indestructible y racional y los-que-lloran-son-unos-blandengues-garrapatas. Jamás lo había visto así, y ni siquiera imaginé que. Pero sí. Derramó un par de lágrimas, y yo también, porque sí era cierto, no había forma de que no lo mandaran a otro país, y entonces ya no habría Edemege ocioso por las mañanas-tardes-noches, no Edemege para el cine, no Edemege al que no se la hacían de tos en su casa por llegar a las mil, no Edemege para desvelarse bebiendo cerveza, no Edemege para intercambiar libros, no Edemege para los conciertos, no Edemege para hablar. No Edemege, básicamente.

Y nos abrazamos chille-y-chille como señoritas.

No le falló la predicción. Arrasó en las entrevistas con diplomáticos y empresarios, le dieron la beca, y le anunciaron que el Colegio que le habían asignado era nada más y nada menos que el de Gales. Todo como lo había soñado-planeado. Al fin escaparía de este ingrato país donde había vivido en la pobreza, subestimado por su familia, sus profes y la mayoría de sus compañeros. Le demostraría al mundo quién era Edemege.

¿Y quién era Edemege?

Mejor no lo hubiéramos averiguado nunca.



Y sí, CONTINUARÁ.

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domingo, enero 18, 2009

Edemege I: La Anexa (1997/98)

1997

En la Anexa tomé el taller de carpintería. Yo no quería, pero ahí me mandaron. Y ps no estaba taaaan mal, por lo menos no era "estructuras metálicas" ni "bordados y tejidos". Me aguanté.

El profe era bigotón como Pedro Infante, pero no tenía un gramo de encanto ni carisma, y era un borrachazo. Cada clase se quedaba organizando fólders o escribiendo o paseando por la escuela (¿viajes clandestinos al baño para beber de su pachita?): todo menos enseñarnos el-noble-oficio-de-Yísus. Tons nosotros ni nos acercábamos a la herramienta y nomás nos quedábamos "chacoteando" (nominación al mejor verbo de la Lengua Española). Me gustaba hablar con Brisa, una chica que más bien era un huracán, y que por lo tanto corrieron de la escuela luego luego. Entonces me empecé a llevar con un grupillo que, en las clases normales, estudiaba en el salón de junto. Entre ellos se encontraban Guevara, el Aguacate, Solano y, eternamente cabuleado y golpeado y bajado a chivo (¿no les parece el "chistecito" más baboso del mundo?), Edemege.

Edemege tenía cuerpo de perita, la cara barrosa, el pelo chino y una media sonrisa entre que tímida y tierna y maliciosa. El apodo salió de su suéter, porque en el pecho tenía bordadas sus iniciales en tamaño gigantografía: EDMG. El mote se le quedó, con nada se lo quitaría, me cae que ni yéndose a otro país.

Al principio me pareció muy totopo, y creo recordar que también llegué a burlarme de él en tono unga-bunga, como sus compañeritos. Pero ya para finales del segundo año me había dado cuenta de que era un protocinéfilo, protomelómano, protoenciclopediaconpatas y protoerudito, un güey encabronamente inteligente, agridulce-amargoso y con mucho sentido del humor. Hicimos gran gran GRAN GRAN amistad.


1998

El miércoles-a-las-6-PM se convirtió en mi momento favorito de la semana: hora de estar con Edemege. Los 110 minutos se nos iban como agua, plátique y plátique mientras el profe crudeaba en su escritorio. Aunque una vez afirmó "qué bueno que mataron a esos pinches indios patarrajada de Acteal" (Edemege, no el profe), yo lo seguía queriendo tremendamente (a Edemege, no al profe).

A veces hablábamos por teléfono por horas y horas, yo desde la Santa María la Ribera, él desde la Pensil, los dos sabiéndonos entrañables e inseparables forever and ever.

Cuando terminamos la secundaria, yo tuve uno de esos "Cuadernos de dedicatorias". Se lo dejé un par de días, y escribió con letra abigarrada y garrapatosa uno de los textos más chingones y llegadores y releídos de mi vida. Pegó con yures una pequeña su foto tamaño infantil de la credencial, donde salía cachetón y sonriente y saludable y tremendamente bondadoso.

Leo la dedicatoria, veo su carita en blanco y negro, y se me hace un nudo en la garganta. Porque está lejos, porque ya es otro, porque Edemege murió y ahora es un TRIUMFADOR llamado Ernesto Medina.



"Continuará" (siempre quise decir eso).

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sábado, enero 17, 2009

Mario Bros.

Lo dibujé cuando tenía ocho o nueve años. Era mi único amigo, sniff.

He estado rascando entre mis recuerdos, literalmente, en mi "cajita de
recuerdos" (no me digan que ustedes no tienen una). Ya derramé
lágrimas acordándome de cuando Edemege era tierno y bueno conmigo -
pronto un post al respecto-, de la vez que JC me regaló sus canicas de
infancia (¡ojo Remi!), de mi gata rayada Antonia, de mis amigos
ñoños de Prepa 6, de cuando aún soñaba con ser diseñadora -antes
de que Mario aplastara mis ilusiones diciéndome que era malísima-, de
mis amores platónicos absurdos, de mis primeras pedas, etcétera.

Y todo porque andaba buscando la foto donde me doy un beso con una
mujerrrrrrr para hablar de lo de Guanajuato, pero ps más bien ya todo
se dijo y yo paro de hurgar recuerdos para irme a una fiesta, que es
lo que los "jóvenes" hacemos es sábado por la noche -salvo cuando no.

viernes, enero 16, 2009

Post chairísimo sobre una plática verdadera que tuvo alguien que conozco con alguien que no conozco

La información es de segunda mano pero confiable, o sea que este es un post sin rigor periodístico, pero igual la historia hizo que se me trepara el chairo así cabrón y sería injusto no compartirla.

Señora camioneta con un excelente sueldo que definitivamente no merece: No sé a qué escuela meter a mi hija. ¿Cuánto pagabas por la colegiatura de tu hijo en *escuela chingonsísima*?

Ser humano: Como X varos.

Señora camioneta: ¡No puede ser! ¿No trabajabas para nada más? ¡Ese dinero equivale a la mensualidad de UNA CAMIONETA!

Ser humano: ¿Es broma?

Señora camioneta: ...

Ser humano: Pero no mames, una camioneta se devalúa al momento de sacarla de la agencia, en cambio invertir en la educación de tu hija es una excelente inversión.

Señora camioneta: Ay, sí, pero, o sea... ¿tu hijo es lo ÚNICO que tienes en la vida? ¿No tienes ninguna otra cosa?

Ser humano: Pues sí, tengo otras cosas, pero mi hijo es mi prioridad.

Señora camioneta: Ash, no lo puedo creer.




Grgrggr. Me siento igual de indignada que cuando veo a las mamás madreándose a sus hijos en el metro o en Antara o dentro de sus camionetas como judicial.

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jueves, enero 15, 2009

Otro post desde la colonia Álamos o aledaña, ya no sé

¡¡¡!!!

Post desde la colonia Álamos

La foto no necesita pie ni manos ni ojos ni vesícula biliar.

miércoles, enero 14, 2009

Perdóname blog por abandonarte

No lo vuelvo a hacer.

Desde el viernes-sábado ando de vuelta en el Defe. En mi vuelo de regreso no permitían sobrepeso en las maletas, ni aunque estuvieras dispuesto a pagarlo (¿?). La poltoliqueña de la ventanilla nos dijo: llévenselo puesto. Y entonces yo con ropa térmica + playera vaciladora + vestido extravagante con aplicaciones de piel y metal + suéter + abrigo 1 + abrigo 2 + abrigo 3 (bajo el brazo). Como si en la cabina no fueran a pesar lo mismo las cosas. Qué tal que el vuelo se caía por culpa de mis zapatos y suéteres y cosas tontas de Perpetual Kid.

Ese día, el viernes, llevé a mi papá a Max Brenner: Chocolate by the Bald Man, el lugar donde todo es de chocolate. Estaba atascándome yo una pizza de chocolate y esperando mi panecito de chocolate relleno de chocolate con salsa de chocolate cuando suena mi teléfono: "Si buenas tardeeees, le hablamos para confirmar su cita con el nutriólogo el luneeeees". Ay, qué pena.


Estaba TAN rica.

Mi papá también es un bald man:



Más tarde fuimos al trabajo de mi tía Pauline, que está en el mismo edificio de Condé Nast Niuyor, y que tiene vista a Taimscuer:

Nada que ver con el edificio pachiche de CN México en las Reputísimas Lomas.

También fuimos al equivalente de Fantasías Miguel de allá, donde manejaban la legítima aplicación de brillantitos de OBAMA:



Luego comimos hamburguesas White Castle (¿se acuerdan de que llegaron a México, por ahí del 99 o 2000, y que fracasaron, sniff, a los pocos meses?) y nos subimos a nuestro avión.

***

Fotos de días anteriores.

-Fuimos a un bar de rusos donde NO PERMITÍAN meter abrigos.

"Pero es que tengo frío", y el ruso malo te señalaba el letrero. "Pero es que no le quiero pagar 28 pesos por que me guarde el abrigo", y el ruso malo te señalaba el letrero con cara de que iba a golpearte. Bien grosero. Pero qué ricos vodkas de saborcitos, eso sí.

-Jackson Heights, el barrio indio, es fabuloso. Tienen su cine de puras películas de Bollywood y en Jackson Diner hay bufé de a 10 dólares con la mejor comida del universo. Ahí juntito hay una tienda de dulces que a primera vista parecen globalichairos, como los que venden en la estación de camiones de Tangancícuaro o Cholula, pero noooo, son una cosa bien distinta.


-Ahí mismo en la estación de metro Jackson Heights, vimos este camión:


Nos acercamos y:


Estoy confundida. ¿Que no hay un equipo que se llama el Neza? ¿No son los diablos rojos del Neza? ¿O esos de dónde son? ¿Por qué contaminar el azul y oro (jojojo) con el nombre de otro equipo? Ne.

Volteamos y:


Y a unas cuadras:


Y también:


Y en el metro, abandonado en un asiento:


"A güevo putos."

-También visitamos el Museo de la imagen en movimiento, en Queens, por recomendación de Iván. Y no mamar qué chido está. Tienen a Yoda y a Chewbacca, ái nomás, y unos vestuarios de Richard Gere, jiji, que siempre me recuerda este post maravilloso de Mario.


Y ya. Próximamente: posts mexicanos.

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domingo, enero 04, 2009

Pastorela en la Anexa

Uno de mis sueños de infancia era actuar. Y no porque quisiera ser famosa y esas cosas. Simplemente me gustaba, pensaba que era entretenido, me salía naturalito de mi corazón-de-pollo, como dibujar o como ver Los Simpson o como comer helado de vainilla. Además sentía que era buena, o por lo menos mala-mala no. Por eso cuando salió la convocatoria para pertenecer al "club de teatro" de la secundaria yo me emocioné montones.

Había que hacer audición. Según los rumores, además de leer un cacho de un libreto que la maestra te daba, tenías que cantar una canción, la que tú quisieras. Eso me tenía aterrorizada, porque desentonada siempre fui. Mi lógica fue: si me echo alguna rola cuya intérprete sea maleeeésima, entonces se notará menos que soy fatal. ¡Claro! ¿Cuál sería la mejor opción?

¡Paulina Rubio!



No fue un éxito, pero creo que tampoco lo hice TAN mal. En lo que sí me lucí fue en lo de leer el libreto. La voz fuerte de la que tanto se burlaban mis compañeritos (Mario y sus amigos Poch y Hermenegildo, cada vez que hablaba yo en clase, decían "ya va a hablar la güera, tápense los oídos", y zas, se tapaban los oídos) por primera vez me sirvió de algo. Y también por primera vez en lo que iba de mi estancia en esa horrible escuela me sentí segura de algo.

Y sí, no sólo me quedé en el "club de teatro", sino que sin mayor trámite ni audición me dieron un papel en la pastolera de aquel año, y no de relleno, sino con importancia en la trama y toda la cosa: salía de esposa golpeadora. Uf, las cosas no podían ser mejores.

Ajá, sí Chucha.

***

Llegué a mi primer ensayo, después de clases. Me presentaron a un par de actores de la obra. Para los estándares de la Anexa, eran unos bombonazos. Me saludaron de beso, y como eso no se usaba en mi primaria de tabicón ni en los salones de primer año, anduve sonrojada por el resto de la tarde. Aún recuerdo cómo me temblaban las manos de la emoción, uff, sus labios en mi cachete, uuuuff.

Nooo, y espérense.

El sábado despuecito de mi sonrojación hubo un ensayo. Yo pensaba que los fines de semana había que ir con uniforme de pants com-ple-to, como si fuera para la clase de deportes. Entonces me vi tan, pero TAN ñoña, que hasta me puse el CHOR debajo de los PANSSS. Y llegué y tómela: todos estaban de PANS pero con playeras de Jordan o de Guess (jaja, qué pedo con esa marca en los noventa) o de Boy London (jua jua, lo mismo, y los relojes) o de Caló o de Bugs Bunny. Y yo con mis blusa de deportes + chaleco + escudo + chamarra con las letras ESANS. Qué vergüenza.

Y ese día, justo ESE día, conocí al resto del reparto. Y entre ellos estaba Arturo. *Suspiro*. No tenía un gramo de guapura, pero era tan pero TAN simpático y tan pero TAN chistoso y tan pero TAN ingenioso que, uf, cómo no enamorarse de él. *Suspiro*.

Pero era un hombre inalcanzable. El gran problema era que no sólo yo reparaba en sus encantos, sino que había una larguísima lista de espera de pretendientas ansiosas de acariciar la barrosa piel de Arturo. Cambiaba de novia muy seguido, pero nunca había espacios entre una y otra. No había ni pizca de oportunidad para una tontuela de primero como yo, snifff.

A la tortura de mi amor platónico se sumó la triste realidad: el club de teatro era LO PEOR. A la maestra, Amalia, le habían enseñado que para dirigir actores había que aplicar la tiranía y la culerez. Mis compañeros –todos excepto Arturo– me albureaban y yo no entendía y entonces se burlaban. El reparto, incluida la profa, hablaban de Carloscuauhtémocs como si fuera EL GRAN escritor (lo juro lo juro lo juro, lo recuerdo clarito, ahora lo negarán pero que todo México se entere: a Amalia Mejía le gustaba Carloscuauhtémocsss y Juventud en éxtasis, lero lero). Yo le caía mal a todos y trababan los ojos cada vez que yo decía una tontería –excepto a Arturo, que era bien buenonda y me apreciaba y respetaba. A veces me mandaban a "la cope" a comprar sincronizadas y yo iba, porque a esa edad una no sabe lo que está bien y lo que está mal. Los ensayos eran hasta altísimas horas de la noche y a mí me daba angustia regresar a mi casa tan tarde, porque además en aquel entonces todavía me importaban un poco mis calificaciones y cómo le iba yo a hacer para sacar dieces en el examen de fisicaiquímica. Era mucho MUCHO estrés, y a veces lloraba sin que nadie me viera.

Conforme se acercaba el estreno las cosas empeoraban. El acabose fue cuando de último minuto, a Amalia se le ocurrió meter un musical: "Los pastores a Belén". Y yo como era pastora ps tenía que ser parte de la coreografía. Lo que ella no sabía ni quiso entender de buenas a primeras es que tengo una incapacidad clínica para el baile, así que toda una tarde estuvo gritándome e intentando enseñarme el primer pasito-tun-tun del numerito, pero nomás no se pudo. Sin más remedio por la premura, pero enojadísima, la gran directora de teatro me colocó sentadita en el borde del escenario, cantando quesque feliz mientras los demás bailaban el "ay ay ay qué alegres van, ay ay ay si volverán, con la pan pan pan...", etcétera.

Para colmo-colmísimo, durante los ensayos Arturo y la que entonces era mi mejor amiga –parte del ballet de pastores-a-Belén– se conocieron y empezaron a andar. Fue entonces cuando supe lo que eran los celos. Se besaban apasionadamente y se toqueteaban, y una vez en lo oscurito de las oficinas del "periódico escolar" las cosas se pusieron sudorosas y los dos respiraban intensamente y yo sólo miraba de reojo y básicamente me quería morir.

Habrá habido, no sé, cinco presentaciones. A la de "padres de familia" incluso fue mi figura paterna y hasta dijo cosas buenas sobre mi actuación, como que sólo a mí lograba escuchar desde la última fila. La vez que actuamos frente a los niños de la Primaria Anexa (oh sí, también la había) me resbalé en el escenario, me golpeé la frente, me salió un chipote, y aun así seguí diciendo mi parlamento desde el piso. Pfff, qué suerte que haya sido frente a los chamacos nomás y no con toda la escuela viéndome, me hubiera tenido que cambiar a la secundaria de junto. Otra función fue en el jardín de una normal del Estado de México y nadie nos pelaba porque hacía mucho frío.

Al final de la más-última-de-las-funciones, en el backstage, el que hacía el papel de mi marido se quitó el pantalón frente a algunos de nosotros. Traía tanga ROJA (o mini-trusa o como se llamen esas cosas espantosas que deberían estar PROHIBIDAS por la ley). Le vi sus désos así marcados en la tela y me dio muchísimo repelús, porque estaba refeo el güei. La escena me hizo dudar de mi feminidad.

Pero al fin todo terminó. ¡Albricias!

O ñe. Por estrés postraumático se me empezó a caer mucho el pelo. En serio. Un día Mario me jalo la trenza y se horrorizó al notar que un mechón se le había quedado en la mano. Pero bueno, me volvió a crecer.

***

Semanas después me dijeron que si no quería ir a la audición para Qué Plantón. Por un momento coqueteé con la idea de ponerme un disfraz de materiales no reciclables y en cuya fabricación varios ríos fueron contaminados de manera irreversible: el vestuario perfecto para cantar una canción protoecológica que lamentara la extinción de varias especies vegetales.

¡Pero ñe!

Y ya nunca volví a actuar. Tan tan.

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viernes, enero 02, 2009

Clásico post de turista con fotos no-vaciladoras de mi viaje

Me choca ser turista de un país templado en el invierno de-a-verdad, porque siempre ando con la misma ropa y, como diría mi mamá, "ya parezco retrato". No se burlen.

1. Aquí estoy conociendo la nieve (así es, no la conocía, ni siquiera la del Ajusco a la que van todos los niños a hacer muñecos pachices de nieve pachiche) y sus efectos en mi sistema respiratorio.


2. Cliché absoluto: Central Park nevadito. En realidad es un infierno, porque todo el piso está congelado y te resbalas bien cabrón.


3. Ya en Saratoga, en el bar al que todo mundo va. Tienen una quiniela de su deporte imperialista:

No sé nada de ese deporte, sólo que NO hay que irle a Dallas.

4. Comiendo las galletas que me hicieron tener sueños raros:


5. Arrasando con la tienda vintage del pueblo:


6. La esperadísima foto de los productos alimenticios de Paul Newmann:

Y hoy descubrí que también tiene alimento para gatos, jojo.

7. Una de las únicas opciones dos tres chairas para comprar comida en Saratoga es Roma Foods. Le dedico la foto, por supuesto, al Roma.


8. Foto chairovaciladora en la central de autobuses de Saratoga, con mi papá, orgulloso de ser gringou.


9. Lo primero que vimos de regreso en la ciudad fueron los arbolitos muertos abandonados en la calle.

Aaaay los arboliiiiiitos.

10. Fuimos al concierto navideño en The Stone, el cuchitril de John Zorn donde hay pura música tipo Radar. Tocó ese güei con todos sus amigos y estuvo de no mamarrrrrrsss. Aquí la puerta de entrada toda sudada.


11. Saliendo del concierto fuimos a atascarnos de carne de puerco al Katz Deli, lugar mítico y por lo tanto turisticón donde se filmó la clásica escena del orgasmo fingido de When Harry Met Sally. Aquí estoy con cara de hambre viendo los fiambres de la mesa de junto.


12. Más cliché: viendo un mapita en el metro y con mi bolsa de compras al lado:


13. Regateando en el Green Flea. Al final no me compré el vestido, tenía un corte muy raro, pero qué bonita tela.


14. Fuimos a un concierto de Gogol Bordello. Qué bárbaro, BUENÍSIMOS. El público era mitad banda-under-gooooei y mitad coapeños, o bueno, como de Long Island, así borrachos y mamadines guac.


15. Con Dino bajo la nieve.


16. "Nos dimos un gustito" y compramos boletos para ir a ver a Chuck Berry (no, no se ha muerto) ayer, 31 de diciembre. No contamos con que el bar estaba casi casi en Times Square, y que iba a haber un desmadrito de turistas para pasar. Pero los turistas no fueron el problema, sino los policías. ¿Qué tal la gente que cree que aquí los tiras son guapos, inteligentes y estudiados? Pues no, son peores que el Greyhound. Pues ái tienen que la calle estaba cerrada y un puto cerdo no nos quería dejar pasar al bar. Nos decía: pero es que necesito ver sus boletos. Y yo: a ver, los compré POR INTERNET, los voy a recoger en el box office que está a 20 metros de aquí, mira, ahí está, déjanos pasar. Y él: necesito ver sus boletos. Y yo: pero son VIRTUALES, los voy a recoger. Y él: necesito ver sus boletos. Etcétera. Unga-bunga. Tuvo que salir un monito del bar y llevarnos de la mano. Pffff.

Ya adentro nos dimos cuenta de que aquello era un cena-baile-show, lleno de tías y abuelitas y niños y gente con gorritos de año nuevo. Si en vez de Chuck Berry hubiera salido Yuri o Mijares nadie habría notado la diferencia. Pero qué chingón está ese güei, salió con su camisa de lentejuelas y contó chistes de abuelo entre las canciones. El público no importó. Qué grande es.



17. Con eso de la crisis, en vez de andar pagando el trago de a 10 dólares en los bares mejor nos compramos unas pachitas en Urban Outfiters y anduvimos bebiendo en las calles. Fuimos a la esperadísima fiesta de Nacotheque, donde bailamos grandes éxitos como "El gato volador", "Toda la vida" y "El chico del apartamento 512". Ufff, excelente.

Mi pose ni al caso.

Y ya. Las fotos son cortesía de Falconi, todas excepto las que están mal tomadas, esas son mías.

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