Porque usted lo pidió: mi escuela-chocita-de-tabicón-peludo
En mis primeros días de clases decidieron que yo estaba completamente loca, así que mandaron llamar a mi madre para decirle: señora, su hija está completamente loca, nunca hemos visto a alguien con tantos problemas. Mi mamá les dio el avión y no me cambió de escuela porque qué hueva, y a los pocos meses se dieron cuenta de que era yo la única que había comido suficiente proteína para desarrollar operaciones matemáticas simples y memorizar estados de la República sin desmayarme a medio proceso, y por lo tanto sacaba dieces, y eso a las maestrillas pendejas de mierda –que tampoco podían hacer operaciones ni memorizar ni escribir tres palabras al hilo sin una falta de ortografía y MUCHO MENOS aceptar sus deficiencias– les gustaba. Ahí tienen su locura, putas.
Hablando de putas, una vez una de ellas –una maestra, no una puta, que por cierto aseguraba que no había diferencia entre "si" y "sí"– me dijo: "Tamara, eres una prostituta" porque le había dicho al niño que vendía nieves que si me fiaba una nieve de limón me hacía su novia.
Jiji, loca y puta ante los ojos de la SEP.
Ah, qué recuerdos. El conserje era como un Hagrid malo que me veía libidinosamente. El otro conserje, también gordo como camión materialista histórico, traía una sempiterna camiseta transparente manchada de grasa. La maestra de deportes tenía más pelo en las piernas que yo en la cabeza. Vendían Boing de triangulito y tacos grasosos e insalubres preparados por las maestras.
No, no lo volvería a hacer.
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Más fotos de mi paseo por Santa María la Ribera:
1. La esquina maldita:
Un local que fue taquería, panadería, carpintería, restaurante oaxaqueño y tienda de regalos, y ningún negocio pegó. Ahora dice que vende quesos pero ya se convirtió en carpintería otra vez. No insistan, ya quémenlo.
2. Mi ex casa:
3. Pulquería "La Xóchitil".
6. El "mall":
Ah, también hay otro negocio que ha sobrevivido por los siglos de los siglos:
7. Las maquinitas:
8. Las empanadas de los rusos terroristas:
Hace muchos años salió en las noticias que habían puesto una bomba en el metro de Moscú, y que los terroristas habían huído del país. Tons íbamos mi mamá y yo en la micro cuando de pronto se subieron unos rusos, y mi mamá: no manches, ¡son los de la tele! ¡Los de la bomba! ¡Son ellos, íralos! Y yo: ay mamá, todos los rusos son iguales. Y ps quién sabe, pero luego que van y que ponen sus empanadas y que son todo un éxito. Aunque eso sí, son bien groseros cuando te atienden.
9. La taquería.
De esta taquería no tengo nada que decir, ni siquiera sé si existía en mis tiempos, pero ps me gustaron los dibujitos.
FIN.
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