Salí de mi casa y me di cuenta de que mi planta chida estaba muerta por la plaga. Muerta.
En el trabajo mucho trabajo, mucho.
A la hora de la comida no salí a comer quesque porque me quería ir temprano. Pedí comida. Pregunté si la sopa de hongos estaba muy grasosa (pendeja) y me dijeron que no (pendejos) y yo les creí (pendeja) y pedí una (pendeja).
En lo que llegaban fui al cajero y por unas jícamas. En las jícamas se tardaron más de media hora en atenderme. En esa media hora cayó un aguacero y me estropeó el peinado y me mojó la chamarra y morí de frío. Me dieron mis jícamas y salió el sol.
La sopa estaba grasosísima. Tardé milenios desgrasándola.
Luego tuve la esperanza de que me respetaran, pero JAJA. Quédate a trabajar hasta las mil, babas.
¿Quién se ha robado mi gelatina? Se la robaron del refri. ¿Qué diablos pasa en esa oficina? ¿Tengo que llevar mi propio frigobar con candado?
Salí y quise conseguir un vestido chido, pero JA, no hay de tu talla, ballena.
Fui hacia el Pasagüero. No me llevé paraguas porque pensé: ya me agarró la lluvia en la tarde, ya no podría agarrarme ahorita.
JA.
En el Pasagüero los socialités me vieron con cara de "¿y tú qué diablos haces aquí, gordis, si eres mujer y buga y traes pantalón y cero glamour y traes el pelo (doblemente) estropeado por la lluvia y nada más vienes a robar nuestro valioso aire true metal ochentero?".
Luego los del Colectivo me orillaron a hacer el ridículo, y a mí me gusta hacer el ridículo, pero no estaba preparada. Los comentarios condescendientes fueron lo peor. Anden, comenten lo peor de mí YA, ahora.
Regresé al camerino a robar aire valioso con mi inmundo sistema respiratorio. Alguien había derramado cocacola pegostiosa mezclada con algo que huele espantoso dentro de mi bolso de charol recién estrenadito (¡qué buena idea estrenarlo hoy!). Claro, ¿por qué no? Si iban a derramar algo apestoso, tenía que ser dentro de MI bolso, del bolso de la gordis buga fuera de lugar que acaba de darnos lástima.
Ya me voy. Mañana me tengo que levantar tempranísimo. Muchas gracias.
Lo bueno del día: conocer al grandiosísimo
Sirako (mmMmmmmmMmmmaestro) y a
Angelandrito. Y, en la mañana, la pasarela en tacones de cierto compañero de trabajo que no postearé hasta que él me dé permiso (anda, di que me das permiso, ¿sí?).
Fuera de eso, pfff.
PD. También tengo la comisura del labio lastimada, nada más porque sí, porque se le ocurrió resecarse y amanecer así. Gracias comisura.
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