Yo fui un Rey Mago
Yo fui el ese de barba café. Mi atuendo estaba rechingón y ya iba yo toda orgullosota pensando que nos luciríamos y que los niños chorreados de primero y segundo estarían muy contentos. PERO mis otros dos colegas eran una pena, sniff. A Denisse, una gorda con cara de jitomate hidropónico cuya casa siempre se zangoloteaba porque vivía junto a las vías del tren, le había tocado ser el ese rey ruquito de barba blanca. Pero no consiguió ni barba ni peluca ni nada, sólo se puso un camisón azul y se enrrolló un poco de escarcha navideña en el cuerpo. Luego, al Chino, que vendía pescados fritos a la salida (hasta la fecha lo hace), le tocó ser el ese rey negro, y lo único que hizo fue ponerse una cortina que hacía de capa y pintarse la cara de negro-gris CON UN GIS. Lo juro, con un gis.
Y ya. Los niños me preferían a mí, hasta que uno gritó: "¡Hey! ¡Esperen! Este Rey Mago es... es... ¡es mujer!". Bueno, también después de eso me siguieron prefiriendo.
Me dieron sus cartitas. No mamar, eran fabulosas. Es de las cosas que más me duele haber perdido. Pero me acuerdo mucho de una niña que pedía todos los juguetes puercos o guacaronsones o escatológicos del mercado: la Comiditas, la muñeca esa embarazada con panza quita-pon, los Creepy Crawlers, y la otra muñeca que hacía pipí y popó.
Y me acordé de tooodo eso e hice este post porque me topé con este horror:
¡La Barbie con perro que se come sus croquetas y luego hace popó! Lo mejor es que las croquetas y los popós son lo mismo. Pésima digestión. Adquiéralo usted aquí:
http://www.entertainmentearth.com/prodinfo.asp?number=MTJ9472
Etiquetas: cosa rara, pasado remoto, sólo a mí me pasa