Me di cuenta de la triste realidad: ya estoy muy vieja y muy gorda para vestido de bolitas y botas de hule blancas. Parezco Tatiana en sus peores días. Ahora: alimentos hipocalóricos y libres de grasa, ¡a mí! Y me tengo que comprar pantalones de vestir y zapatillas respetables.
Bueno, eso último-último quizá no.
Luego: salen a la venta los boletos de Dream Theater, que, ps sí, es así como que casi casi mi banda favorita. Mientras yo llegaba a las amargas conclusiones del primer párrafo, mi mamá compraba los boletos vía la página de Ticketmaster. Le dije que comprara en balcón. Consiguió la primera fila de balcón, nada mal, ¿eh?
En la tarde me di cuenta de que había comprado boletos para el concierto de Guadalajara.*
No tengo boletos, ¡YO! ¡LA OBSESIVA DE LOS PINCHES BOLETOS DE CONCIERTO! Grrrgr.
Y todo por andarme dando cuenta de que estoy anciana y cerda.
*¿Alguien los quiere a precio no-de-reventa? Blogueros tapatíos al servicio de la comunidad: encuéntrenle un hogar a esos boletos.***
ACTUALIZACIÓN:
Hablé a Ticketmaster y me cambiaron los boletos por unos de acá del Defe. El problema es que no me siento menos miserable, porque ahora tengo fila L. ¡YO EN LA FILA L DE BALCÓN! ¿Dónde quedaron aquellos tiempos de éxtasis primerafilesco, oh, oh?
Mario, perdón. Estos días trataré de conseguir furiosamente unos lugares menos pinches.
Blogueros tapatíos: ya no tienen que buscarle dueño a los pobres boletos, que ahora han regresado a las entrañas del sistema Ticketmaster (goeeeei).