¡Ah pero qué fin de semana! Parte II: el tren suburbano y Cuautitlán Izcalli
El viernes anuncié con Los de la tarde mis planes y zas, que me llega una llamada misteriosa de una chica que decía trabajar en el Suburbano y se ofrecía a darnos un tour. Como no tenía voz de asesina serial ni de hater encubierta, dije: Órale vas.
El domingo llegué cruda cruda cruda a Buenavista, porque la fiesta de Niche estuvo bien buena. Ahí me reuní con la pandilla paseadora, compuesta por Jorge Pedro, Uriel, Aura, Mario y Bicho. Descubrimos la grandiosidad de las macetas del lobby de la estación, que son como vasos de café gigantes.
Luego se unieron Georgina, la de la llamada, y Luis, su chico, y empezó el turrrrr por el tren suburbano, que está padrísimo y barato e increíble. En los andenes hay chunchitos para recargar tu celular y bolear tus zapatos, y los trenes son amplios y rápidos y todo indica que puntuales. En la estación hasta van a construir un molesote (¿big mall?), a ver qué tal les queda.
En el camino vimos la fábrica de aceite Maravilla:
Y vimos que el simbolito de la estación Tlalnepantla es una computadora prehispánica:
Luego ya llegamos a Cuautitlán y nos pusimos a pasear.
Primero notamos el estilo arquitectónico mondrianesco - Home Depot:
Y el uso indiscriminado de vidrios verdes, una tendencia que empieza a llegar acá a la Romacondesa:
¡En la compra de diez tacos entras gratis a la reunión de neuróticos anónimos!*
*Aplican restricciones.
También notamos la profusión de esoterismo. Es un lugar con harrrto pensamiento mágico:
Llegando al centro vimos un busto no identificado, sin placas ni nada. ¿Quién es?
En la plaza vimos otro busto dorado, con otra representación del mismo personaje en bajo relieve detrás.
A ver niños: el héroe patrio calvito con pelo en los costados de la cabeza y con una sotana de las que ya no se usan es...
Pero más que estatuas, en el centro de Cuautitlán se da la tienda de ropa y de calzado:
Ferrioni no sólo sigue existiendo, ¡sino que tiene un outlet!
Teniszsszszszsszszss.
Calzado fino, calzado suave. Es como el inicio de un poema.
¡El hombre invisible!
Me dio risa el genio. Y qué y qué.
¡Los legítimos Panam ilegítimos! ¡Y cuestan lo mismo que los legítimos! Quiero mil.
En la iglesia vimos que había desmedido furor alrededor de Juan Diego, y entonces nos fuimos a enterar de que el ahora santo es oriundo de Cuautitlán
En los nichos había mensajes de "resucitaraaaaán", todo de película de terror.
Y carnitas. El letrero me gustó muchísimo, pintado a mano sobre lámina. Y el cerdito tiene pestañas. ¿Me lo habrán querido vender? Ái pa l¡otra.
Y pan dulce. La concha me recuerda a algún gran edificio del DF, ¿será el desaparecido Toreo o la Basílica o una mezcla de ambos?
Después de comer emprendimos el camino hacia la casa de San Juan Diego, que resultó estar bastante lejos, lo suficiente para enterarme de que:
Al fin llegamos a una iglesia horrible, nueva y con forma de tinaco, a la que Jorge Pedro quiso subirse:
Ahí juntitito: chez San Juan Diego.
Yo me moría de ganas de tocar los muros (ni que estuviera pacheca pa clavarme en la textura gooooei).
Noten a la figura oscura y misteriosa y malvada que lo está "bajando a chivo". Y noten al seudopapa como borreguito. ¡Qué cosa! Si yo fuera católica me ofendería. Pero como no soy, posteo la foto.
La pasé TAN BIEN. Al final nos tomamos la foto del recuerdo todos todos con los vasos de Starbucks:
¡Gracias a todos!
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Ya vi que no estábamos en Izcalli sino en el otro Cuautitlán. ¡Muy bien! Ahora hay otro tour en puerta.
Etiquetas: turismo sin salir de la ciudad