Algunos chicos son más grandes que otros.
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Actualización súper tardía, pensada pasadito septiembre de 2006 pero escrita todavía meses después:Reitero la frase. Pero pensando exactamente lo contrario de lo que creía en el momento en que la escribí.
Este el peor post, el más malo y el más ajeno (onda estar poseída por un demoño maloso) que he hecho en mi historia como bloguera. ¿Pero qué podía esperarse de una campesina ignorante como yo, impresionada con unas cuentas de vidrio, mucho verbo y arrogancia?
Nunca podré recuperar lo perdido, ni lo merezco. Pero está bien, la cosa fue muy útil y ni siquiera me arrepiento del asunto como-un-todo (pero sí de la parte de mi maldad, mucho mucho, nunca me perdonaré haber traicionado de esa forma, qué puerquez, qué marranez, qué asco me doy cuando me acuerdo) porque aprendí un chingo y, ps sí, pendejada sería negarlo, tuvo sus momentos muy muy muy chidos. Me sirvió además para otras cosas, como de una buena vez reafirmarme como persona ("reafirmar" en todas sus conjugaciones suena a senos aguados, juar), comprobar que el sentido de todos los insultos es completamente relativo (ejemplo: si alguien que consideras un pendejo llega y te dice "eres un pendejo", no harás otra cosa que rodar por el piso de risa), y comprender ese refrán de la astilla en el ojo ajeno y la viga en el propio (brbrbrbr, me sigue dando repelús pensar en eso, pero por lo menos ya lo entiendo).
Y todo me recuerda a
Alice porque ni el arroz ni el mango eran para mí, y ahora, ahora soy feliz. Y camino por la calle y me detengo y pienso que toda la mierda es tiempo pasado y digo: me gusta mi vida. Es la vida que siempre soñé.