Hace 10 años me tocó la huelga de la UNAM. Yo estaba en la prepa y, como ya he confesado, temas como Metallica o mi novio Dagoberto me importaban más que las cuotas. PERO sí me importaban y yo apoyaba el movimiento e iba a las asambleas y marchas y así y veía el 40 y me emocionaba mucho cuando al Mosh hacía mierda a los de derechadederecho.
Pero había un problema. Yo no
pertenecía al movimiento. ¿Por qué? No era lo suficientemente bonita, segura, hippie y de abolengo izquierdoexquisito. Vamos, ni siquiera vivía al sur de la ciudad goooooei. Los chairos del CGH de Prepa 6 nunca me hicieron el feo explícitamente... pero ps tampoco me veían con buenos ojos. Una metalerita como yo jamás sería parte de su élite de chairas hijas-de-refugiados-chilenos que corrían semidesnudas --sin celulitis-- por el patio. Para ahorrarme desprecios empecé a apoyarlos desde lejos y nomás iba a las marchas a fundirme entre un montóndegente.
Al final toda la cosa cegehachera terminó hecha pedazos, los forevers ultras partiéndole la madre a los moderados y los moderados enfurruñados y la intransigencia generalizada y la gente que se fue a escuelas patito y bolas periquín: la PFP. Y claro, ese 6 de febrero todos chilli chilli, ¿no? Ya pa qué.
Ahora los que vivimos la huelga tenemos entre mi edad y... ¿36? Más o menos. ¿Y aprendimos algo? Pos no. La izquierda está dividida, huy, qué novedad. Básicamente porque el perredé la ha cagado horrible, todos han metido las patas. Pero, ¿y nosotros? Chale. Hay TANTO odio. TANTO.
Hoy todo pasó en Twitter. Un güei del Sendero del Peje se puso a insultarme, a decirme frívola y gorda (¡chocolate por la noticia!). Así, a lo pendejo. Y, bueno, absolutamente todos los días hay gente que me dice frívola y pendeja y gorda y cosas peores, así que eso me vale madres, pero me preocupó que viniera de un güei que da la cara por un movimiento pejista, y que insulta a todos con la misma pinche mala leche. Especialmente a los que están...de su lado.
Leyendo más timelines me topé con sombrerazos entre izquierdosos de distinto grado de rojismo (y no todos de SDP). Inteligentes unos, chingones; lamentables otros, así, de tristeza. Pero sombrerazos y encono y, chale, verdadero odio entre ellos. Así, todo visceral y triposo.
¿Así vamos a seguir para 2012? ¿Con una clase media que vote por la derecha (¡otra vez!) por el miedo de que unos porros como los del Twitter tengan aunque sea un meñique metido en el poder? ¿Con unos porros extremos que prefieran que gane la derecha con tal de que no haya güeyes moderados en los partidos? ¿Con una izquierda fundamentalista como de profe maloso de la UNAM que descarte tajantemente cualquier forma creativa/diferente/divertida de hacer política, y grupos creativosdiferentesdivertidos que manden a la verga la política porque no están dispuestos a fumarse el odio injustificados de una pandilla instalada en otro siglo? ¿Con madrizas en el Covadonga y los karaokes? ¡No mamar!
Oquei, oquei, estoy "diciendo de cosas" del profe malo de la UNAM y así, pero yo no lo insulto ni se la hago de pedo. ¿Él me la hará de pedo? Pueque. He ahí el problema.
Todo es tan simple: ¿De qué lado estás? ¿Del mío? Chido: manifiéstate como se te dé la gana, yo te respeto, respétame, y si es posible unamos fuerzas. Convenzamos de a poquito a la gente en forma pacífica. No insultos: argumentos. Izquierda amigable. ¡Por favor!
Y ya me voy a dormir. Debí hacerlo hace horas, pero como que tenía que escribir de todo esto.
Amigos de derecha: Ya saben cómo soy, vayamos por unas chelas a hablar de otras cosas.
Lectores de izquierda: Adelante, insúltenme. O no.
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