Y sin ir más lejos: Plaqueta conoce a Michel Houellebecq
Desde que Pacho me platicó que era posible que el mismísimo Houellebecq estuviera en Poesía en Voz Alta, me recontraemocioné y lo tuiteé y retuiteé y no logré imaginarme cómo sería ver en un escenario a un tipo que admiro TANTO pero que a la vez me parece tan maloso.
Y el tiempo pasó de volada y de pronto ya era hoy y yo ya estaba colándome a las primeras filas del forito de Casa del Lago, nerviosilla y friolenta, para ver al mmMmMmmMMMmmmmaestro.
Pero antes, ¿por qué no?, hubo un acto abridor. A ver. Lo lógico hubiera sido poner a unos emos recitando poesía, así deprimidos y sin voluntad de vivir y con música de Panda (¿qué tocan los de Panda?). O panditas blackmetaleros. O Tohui (¿sigue vivo?). Pero no. Pusieron A UNOS CHAIROS.
Paréntesis. Si no han tenido el gusto/disgusto/depresión de leer a Houellebecq, deben saber que él DETESTA a los chairos. Digo, detesta a la humanidad en general, pero a los chairos más que a nadie. O quizá ái se vayan con los negros. ¡Menos mal que no eran chairos NEGROS!
Estos chairos eran en cliché total. Mugrosos coyoacaneros, no feos, de esos que en la prepa (de la UNAM o el Madrid o algo así) seguro eran los populares y trataban mal a los Houellebecqs de su salón. De esos cuya popularidad y no-fealdad no les sirvió de nada en la vida real posprepa, porque ahora a sus veinti o treintipico siguen en la forever total, con ideas fijas y anticuadas y, por supuesto, TOCANDO LOS TAMBORCITOS. Y eso era básicamente lo que hacían. Tumpacatapum, con una flauta transversa que la chairichairi hacía sonar como flautita de madera de Jorge Reyes, y una cantante que hacía "ouuuuu uuuooooo uuaaaa". Y la poesía, OH, la poesía. Justo cuando dije: Sólo falta que estos papanatas mencionen a los huicholes y al ojo de venado, POR SUPUESTO mencionaron a los huicholes y al ojo de venado.
Me imaginaba yo a Houellebecq petrificado, contemplando la escena con horror y exigiendo que lo llevaran de regreso a su hotel, al aeropuerto, a Irlanda (¿o a España?). Pero seguramente lo tuvieron guardado en una cápsula de silencio, porque al terminar los chairipacotilla él subió al escenario como si nada. UF.
Y del chou, qué les puedo yo decir. Leyó increíble, muy bien el acompañamiento musical de los hermanos Arreola, sus poEMOS desgarradores. Él de repente queriendo bailar, jiji, con una mano en el bolsillo y más arrítmico que yo.
Al final, después del aplausononón, dijo en un tono todo tímido: Gracias. Y soltó un jijiji de nervios y emoción. Lo amé tanto. Me conmovió TANTO.
Y ya. Salimos y vi a la pandilla y guara guara y así. Y entonces Pacho nos dijo: Vámonos al after.
Y zas que Falconi, Emilio y yo llegamos al after. Nos sentamos en la mesa de junto y platicamos y yo le veía su coronilla rala rala a Houellebecq, que estaba de espaldas. Y me tomé un solo güisqui, UN SOLO güisqui, y Pacho me dijo: Ven, te voy a presentar a Michel. Y yo: No no no no espérate no no no no espérateeeeee. Pero ya era muy tarde, él se había soltado con: Mira, ella es Plaqueta, una gran bloguera acá, y ella es superfansss tuya y te hizo un chorro de publicidad y.
Y le di la mano y lo miré a los ojos y me miró a los ojos y SONRIÓ.
Sí, ya sé que la gente normal sonríe, incluso los güeyes raros como Houellebecq. Pero, vamos, si han leído sus libros, saben que lo ÚLTIMO que podrían imaginar recibir de él es una SONRISA. UF.
Me cagué. No había preparado ni una frase inteligente. Me quería MORIR. Y como no sabía qué decir, y como ya me habían presentado como fans, pues solté frases de fans. "Qué oso we". Y me preguntó cuál era mi blog y me dijo que le anotara mi dirección en una libretitia, jiji, y se lo anoté (¡Salut Michel!). Ay, no no. En fin. Llegó un punto de silencio incómodo en que yo empecé a temer no tener nada con qué zafarme en toda la noche, pero entonces, como un milagro, apareció Xun. ¡XUN! Al que tanto quiero y hoy un poco más. Y me paré a saludarlo y salí corriendo.
SOY UNA MARICONA.
Lo sé. Era mi oportunidad para beberme tres güisquis al hilo y perder el miedo y soltarme a hablar hasta en francés (porque hablamos en un inglés horrible y yo no le entendía nada). Era mi oportunidad de platicar con él normalmente y descubrir un poquito de uno de mis autores favoritos, ya no como fan ni como periodista, sino como compañera de tragos.
PERO ME DIO PÁNICO.
Y me regresé a la mesa de todos los demás.
Entonces Arreola me dijo que qué pedo, que por qué me había apanicado. Y yo le expliqué que era muy difícil estar con alguien a quien admiras tanto y comportarte normalmente, especialmente cuando el idioma es un impedimento (en este caso doble). Y le pregunté: ¿Nunca te ha pasado? Y él: Huy, no, nunca, llevo años entrevistando gente, no, pa nada.
Y yo pensé: Es MUY distinto entrevistar a alguien. Por ejemplo, Felipe es más fans que yo y le hizo una entrevista formidable (¡búsquenla mañana en El Universal!), pero estoy segura de que no hubiera sido tan fácil para él estar en la misma mesa que Houellebecq, y MENOS si no hablara francés (que sí lo habla, osh, lo odiooooo y odioooo a la maestra de francés que me corrió de su clase hace más de cuatro años). Y estoy segura de que yo tampoco lo hubiera hecho mal y quién quita y hasta le caía bien. Ps sí. Si de un momento a otro me dicen así en frío: Mira, platica con James Hetfield, ps noooo, sería una imbécil, una completa estúpida, y temblaría y diría pura pendejada. Pero si me dieran una entrevista con él, sería bien distinto. Lo haría bien, me cae, ME CAE. O con Nick Hornby. O con Woody Allen. O con, no sé, eBoy. Etcétera.
En fin. Me escapé del lugar, me despedí de Houellebecq, me volvió a sonreír. Y yo me fui a comer tacos al Califake, que me supieron a CaliFAIL.
***
La prueba de que Houellebecq tiene corazón es que tiene UN PERRITO:
Si su vida es como en sus libros, el perrito va a morir prematuramente de una enfermedad muy dolorosa, y él sufrirá y sufrirá.
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