Carlos Marx is coming to town

A las casas comunistas no va Santoclós, porque es un espantoso invento del capitalismo; tampoco los Reyes Magos, porque son un espantoso invento del catolicismo; ni el Niño Dios, que es un espatoso invento de la Virgencita. Por eso en navidad se come una hogaza de pan y se toma un vaso de leche, y todos a la cama, nada de andar asomados a la ventana buscando la nariz roja de Rudolph.

Pero los pequeños rojillos tienen una hermosa ilusión, oh sí. La noche del 30 de abril (en el que tampoco festejan el día del niño, porque es un espantoso invento de Televisa) los niños casi que no pueden dormir de la emoción, porque saben que los visitará el mimísimo Marx para dejarles atractivos obsequios dentro de su calzado industrial.

Aaah, qué maravilloso es verlo cruzar el cielo a bordo de su flamante Trabant mágico:

Si te portas bien, te lleva un saco de cebada, una hoz y un martillo usados, un ejemplar de El Capital autografiado y un pedazo de carbón. Si te portas mal, te lleva un perrito muerto.