Eeeeh, navidad

Durante muchos años me creí Scrooge. Andaba yo por ahí diciendo perogrulladas sobre la navidad. Patética: "es que es bien comercial".

*Beeeeuuhhhhh* (multitud de niños en un salón de clases haciendo ese particular abucheo que significa "estás bien pendejo")

En mi casa, anarquía hogareña en 100 metros cuadrados, dejamos de poner arbolito desde que una vez se quedó hasta mayo porque a todas nos daba hueva quitarlo (no es broma). Eso habrá sido hace unos 10 años. Coincidió, justamente, con la gestación de mis ideas pendejo-pretenciosas, y desde entonces: aysíguácala.

Sí, sí, innegable es que el tráfico se sale de control, la gente invade calles y centros y estorba y es mucha y así. Hace algunos años hasta había Pefepés en Walmart, una locura. Insoportable. Pero uno ya sabe a lo que va.

Este año disfruto de las decoraciones en las calles, la parafernalia chistosona, las canciones en los pasillos, y me cae que hasta voy a ir a ver Expreso polar.

(por cierto, vayan a ver Bad Santa)

En mi casa no hay sitio para nada navideño, pero desde mañana el espíritu comienza: Mario y yo nos vamos a poner lo más pachecos que podamos (sin perder la capacidad de desplazarnos y distinguir entre cielo - tierra, Polanco - Indios Verdes, chairo - policía) y vamos a ir al festival navideño de LA ANEXA (nuestra detestada escuela secundaria) a ver gurruminos bailotear y desmadrar instrumentos musicales.

Próximamente, crónica del evento. Nomás dejen que ocurra.