Tengo un huipil oaxaqueño, una blusa de manta bordada, como tres camisitas hindús, dos faldas egipcias, un morralito guatemalteco. Me gusta la artesanía-artesanía, e ir a pueblear es mi idea de unas lindas vacaciones. O a Xilitla, qué puto asco. Mexican tarada, oh, look at this lovely cajita de Olinalá. En su momento me gustó
Amores Perros. En cambio, me quedo descaradamente dormida en las del Godard. O no voy siquiera: contribuyo a que no se exhiban, mi pequeño granito de arena, qué linda. Me gusta Café Tacvba, tengo algunos discos, los escucho en secreto y tralalalá. También creo que son una banda original (juatever it mins) y vaciladora, pobre ingenua de mí. Lo primero que hago en las mañanas es chutarme La Jornada, con todo y sus notas sobre los chakras y las flores de Bach. Me pone de buenas saber que no soy la única, que también hay otros idiotas como yo y que hasta publican un periódico (aunque sí quemaría vivos a los de las flores de Bach y la medicina homeopática). Leí
No Logo y me lo crei todotodotoditito, y aún lo recomiendo a quien se deje. Prefiero comprar en la tiendita de la esquina que en WalMart. Me emputa la extinción de los derechos laborales, pobre chairita idealista pendeja. Creo que todo mundo puede publicar en internet lo que le apetezca, y soy feliz leyendo cuatro millones de blogs sin
los más altos estándares de calidad, y algunos HASTA los linqueo. Ah, y me sentí enormísima y legítimamente contenta cuando
Sala Verga me linqueó en el suyo. Quiero meter a mis hijos al Lancaster, que fumen mota a los 14 para que la dejen a los 19 (en vez de que empiecen a los 18 para dejarla quién sabe cuándo). No le digan a nadie, pero sueño con tener algún día una casita en el centro de Tlalpan. Coyoacán no me parece tan horroroso. Pero ahorita viviría en la Roma e
incluso en el Centro Histórico. Escombro, cuelgo ropa y pongo las cosas en su lugar a las 2 de la mañana. Lavo platos. En el fondo en el fondo hasta creo en eso de la legalización; también me tragué el cuento (un poquito) de que los intereses de las papeleras y las grandes empresas algodoneras y la verga de ocho patas. AaaAaaaAaaaay, ternurita de bobalicona, ve y fríete la última reputísima neurona, total, de nada te sirve, pendeja.
Dudo más que nunca de mí misma (sí, más), de mi pinche lugar en el mundo, de lo que pienso de lo que como de lo que leo de lo que soy.
Etiquetas: chairos, the thing that should not be
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