Arjona es Dios

Lo vi todo así con todos mis dos ojos miopes y ni quiero escribirlo porque me da miedo no estar a la altura de la anécdota. La autoría no puede ser más que de Arjona, amo y señor de las historias de amor narrables en menos de diez minutos, por lo que he concluido que él es Dios y dirigió la puesta en escena de-la-vida-real que presencié l'otra vez.

Pero bueno, ahí voy.

Me subí al avión que me iba a traer a Niuyor. Tenía miedo de que tocara una señora platicadora, una mamá con bebé llorón, o una señora mamá platicadora con bebé llorón. Pero no, junto a mí estaba un japonés con cara de cacahuate ídem, todo calladito. Qué tranquilidad. Luego se acomodaron los de la fila de enfrente: una viejita, una europea exuberante de chorcito –pa presumir la piel quemada en Acapulco–, y un fresicoapo guapetón.

De pronto la europea exuberante se puso a hacer escándalo que porque la habían separado de su amiga y que cómo era eso posible y que quería sentarse con ella. Las azafatas (¿todavía se llaman así?) se pusieron a buscar solución e hicieron rompecabezas de pasajeros para que esta chava se sentara con su amiga –también buenota y de chorcito. Junto al fresicoapo sentaron a una mexicana monona, así fresilinda de ojo grande y pelo oscuro y escuela católica y aretitos discretos.

Fresiguapo y Fresilinda se pusieron a platicar. Él iba a NY a algo de un documental que estaba filmando, ella sólo hacía conexión para ir a París. No supe más: me enchufé el iPod y me puse a leer una Esquire gringa que alguien había dejado ahí nomás. Después de Narrativa Finita (dos veces) y un cacho del nuevo de Avantasia, un movimiento inesperado llamó mi atención. Por la ranura entre asientos vi que Fresicoapo y Fresilinda ya habían dejado el "dónde estudias dónde trabajas qué música te gusta qué calor hace a qué hora vas por el pan" y se estaban atascando a besos. Ella como que se resistía un poco, porque cómo era eso de atascarse al primer güei que le pusieran enfrente, pero él contratacaba exitosamente con delicada estrategia de cachondería y besitos coquetos y con onda.

Yo nomás no podía creerlo. O sea, en hora y media estos dos ya habían ligado así bien bonito. (Arjona, ¿eres tú?).

Volteé a ver al japonés cacahuatón y corroboré su fealdad: no habría pasión pa' mí en ese vuelo.

Me desenchufé del iPod para escuchismosear en la conversación de enfrente y comprobar que no se conocían desdendenantes. Y ps no, nomás no, seguían intercambiando datos básicos. "¿Dónde me dijiste que vivías?", "¿Y qué hacen tus papás?", "¿Es la primera vez que vas a Niuyor?", etc. Entre blah blah le entraban al muac muac y yo seguía anonadada. Empecé a sospecharlo: Arjona todo lo mira y desde el cielo (o su estudio en Guatemala, es lo mismo) todo lo controla y todo lo convierte en canciones suyas.

Hacia el final del vuelo Fresicoapo y Fresilinda empezaron a hablar de Niuyor. Él dijo que le encantaba el metro, ella confesó que nunca lo había usado y que en sus anteriores visitas se había echado la ciudad en puro taxi, él dijo pero si eso es un lujo –aunque seguro quiso decir pero si eso es una mamada– y puso cara de no mames con quién me vine a dar besos. Estuve taaan de acuerdo con él.

Cuando aterrizamos ella dijo que estaba preocupadísima, que se le hacía bien tarde, que se le iba a ir el avión a París. Cuando abrieron la puertecita ella salió disparada, esperando que él la siguiera. Él lo tomó con más calma y agarró sus chivas con parsimonia. En eso un montón de gente se interpuso entre ellos –incluida yo. La chica volteaba ansiosa para reencontrar a este güei, pero tampoco aminoraba el paso por miedo a perder su vuelo.

En la fila para pasar con los policías gringos malosos, Fresilinda nomás no podía disimular su desesperación por encontrarse con Fresicoapo antes de que el tira güerodiojoazul azul dijera neeeeext. Pero entonces neeeeext y ella pasó a que le preguntaran si era terrorista y que qué se traía, y como no era terrorista y no se traía nada ps le soltaron el "welcome to the United States" de volada. Se asomó una última vez pa por lo menos volver a mirar el lindo rostro y los lindos brazos de Fresicoapo (no estaba nada mal el muchacho), pero él estaba a larguísimos 3.5 segundos de aparecer en la sala: demasiado tarde para ella.

No intercambiaron mails ni teléfonos ni nada. Al regresar de sus maravillosos viajes tendrán que esperar a que Arjona los vuelva a colocar en el mismo lugar a la misma hora, pero dudo que El Maestro quiera escribir más sobre ellos: sou farrrr* su historia ya dio pa' canción.

¿Cómo se llamará? ¿"Tan cerca de París, tan lejos de Coapa"? Hagan sus apuestas.

*perdonen el pochismo, es que ya me intoxiqué de tanto pinche inglés.

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No dejen de ver el post de abajo, está buenísimo.