Plaqueta va con el Dr. Willy

Yo: Doctor Willy, me duele la muela.
Doctor Willy: Sí, ajá, luego vemos eso. Lo que es urgente es que le haga una limpieza dental, tiene usted una gingivitis de no mamar.

Yo pensé: limpieza dental, ¡ja! Eso es para nenas en camisón. Y entonces que saca pinche jeringa gigante y me pone dos inyecciones así todas acá gigantes iiiuuuugghh (nunca me habían puesto anestesia, mis encías eran vírgenes) y yo, yo, ps me aguanté como los hombresss.

Y que me empieza a rascar con el ese pico asesino y empiezo a ver sangre sangre sangre por el rabillo del ojo. Y que de pronto veo brincar pedazos de carne (mi carne) así voladores como de video de mérol.

Doctor Willy: ¿Ves? Ya tenías ahí todo feo.

Y entonces que brinco de dolor porque no había sido suficiente anestesia. Y entonces: otra inyeccionsota. Brbrbrbr.

Doctor Willy (a su ayudante): Oyes, préndeme la esa cosa que echa agua.
Ayudante: Es que no hay agua doctor, nos la cortaron.
Doctor Willy: Tons pásame tantita y se la vamos echando con una jeringa.

Juro que ese diálogo no es inventado. Yo me empecé a imaginar que la ayudante acudiría al tambo de agua puerca del puesto de tacos de la entrada. Y en vez de horrorizarme me empezó a dar mucha risa y jijijojo qué dolor con la risa.

Doctor Willy (con los guantes ensangrentadísimos): No se ría que la voy a lastimar.

Y ya terminó de escarbarme los ecosistemas dentales y yo salí con las encías más hinchadas que la chingada. Temí morir del dolor, pero me recetó el analgésico más cabronamente chingón del universo (me lo tomé hace horas y aún me siento capaz de masticar piedras y sentirlas como Gerber de plátano). Me voy a comprar más, eeeh.