Sigo odiando la playa

Hace calor. Los camiones son peligrosos. Me tropecé con una botella de agua y tengo las rodillas raspadas. La arena está por todos lados. En los cafeses internet no conocen los cables uesebé y no puedo postear las fotos de los interesantísimos productos del Che que se consiguen en el Caribe mexicano. Como soy una tacaña, Raúl me compró una hamburguesa de peluche por la que yo me negué a pagar setenta pesos, mientras la güeradiojoazul que él se ligaba estaba en otro lado, haciendo cosas de playa (nosotros no somos gente de playa). Yo bailé sabroso con un argentino-mayameño, pero soy una mujer casada. Y bebí el tequila más barato y asqueroso del cosmos, como debe ser.

O sea que odio la playa pero estuvo chido. Mañana regreso, oh, pavimento, oh, metro, ái les voy.