No aprendo

La transitoria desaparición de mi blog me tuvo en ascuas. Quise aparentar tranquilidad, pero en el fondo temí perderlo por siempre (¡oh!). Y ahora que lo he recuperado... no posteo. Sufro un bloqueo posteante, mi mente y mi tiempo están ocupados en demasiadas cosas, entre ellas:

-Findesemestritis (pinche escuela, debes morir)

-Qué calor hace

-Empacar y mover muebles y decoración y problemas de trasnportación (en un mes más o menos me mudo con mi mamá y la TíaBulto a un pueblito a las afueras de la ciudad)

-Conseguir que instalen la línea telefónica en dicho lugar (y justamente estoy preparando en estos momentos una excursión a Tláhuac, ya que después de rogar de rodillas a un millón de funcionarios Telmex pa' que me hicieran caso, terminaron mandándome a las oficinas de tan hermoso barrio oriental)

-Gran GRAN gran fiesta del 10 de junio (no hagan planes y piensen cómo se van a disfrazar)

-Qué me voy a poner en la boda del hermano de mi novio (me da terror llegar de frac cuando la concurrencia se visitió como pa' ir a Acapulco, o elegir algo primaveral y mugroso-vaporoso para toparme a todos empingüinados y de vestido larrrrgo)

-Qué zapatos se va a poner mi novio (soy la comisionada para la consecución de calzado chairo-pero-apto-para-boda-de-día, que además sea barato y tenga posibilidades de ser reutilizado en la vida real, ¡gulp!)

Y otras muchas.

Ya me voy a Tláhuac.

Perdonen la chafez de este post-al-chingadazo.