Plaqueta y ya

Antes "Verde Plaqueta" (aunque todavía es verde); antes antes "Documentando mi pasado, pa' que haya constancia" (aunque todavía lo documento, y todavía es pa' que conste).

miércoles, noviembre 07, 2007

Programas de concursos

Mi madre tuvo la ocurrencia de ponerme, además de "Tamara", un primer nombre horroroso (no, Plaqueta no aparece en mi acta de nacimiento). Ni les digo cuál es porque lo más seguro es que alguien lo balconeará en los comments y, además, si lo gugulean con muchas ganas lo pueden encontrar.

Bueno, la justificación de mi madre es que es muy práctico tener dos nombres (ella tiene tres, háganme el favor), especialmente para inventarse personalidades múltiples y/o para participar varias veces en los concursos.

Mjjjmmm. El otro día estuve cerca de usarlo. Mi amigo el Flakko, rey de los forevers y a quien contrataré de PR cuando sea rica y famosa, me dijo: güey, vamos a un concursar en un pinche programa de Televisa, ándale, si dices sí ya estamos dentro; no es de hacer el ridículo, es medio de azar, y hay un chingo de lana de premio.

Me lo pensé un ratito. ¿Qué podía perder? Voy, me planto frente a la cámara, hago como que me entusiasma estar ahí, respondo unas preguntas tontas, y quién quita y me gano unas monedas, así de fácil. PERO. Me convertiría en el hazmerreír de la blogósfera, ¡oh no!

Luego pensé: bueno, pero para eso tengo un primer nombre y un segundo apellido, ¿no? Podría usar ésos e irme con una peluca y lentes e impostar la voz: quizá nadie me reconocería.
Pero, ¿y si sí?

Al final dije que nel. Simplemente no puedo ser material desechable para una maléfica televisora. Va en contra de todos mis chairoprincipios, por más que me disfrace y pretenda que no soy yo.

Así que por ahora no tengo un quinto, sólo deudas, vales de despensa y un taladro.

***

Cuando tenía así como 16 años sí fui a un programa de concursos. Se llamaba Rayuela (pinches culturosos), era en el canal 11, y la conductora tenía pancita (oh, la belleza real). Era un fusil-fusión de Saber y Ganar y otros programas clásicos, acá como que de agilidad verbal-mental.

Recuerdo que me cometí errores garrafales, metidas de pata que, de haber estado del otro lado del monitor, me hubieran hecho vociferar "¡pero qué pendeja es esa concursante!". Uno de ellos, el más penoso, fue no adivinar la palabra EDULCORANTE, cuando un par de añitos más adelante se convertiría en un término bá-si-co en mi vida: que me quiten, el agua, que quiten el aire, que me quiten internet, ¡pero déjenme el Splenda!

Ah, ¿y saben cuál era el pinche premio? Un reproductor de DVD. No mamar.

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