Hoy compré una plancha de vapor. Me siento tan madura.

No había postado porque me estaba mudando. Ya no aguantaba vivir tan lejos (del mundo y de mi amor).

Celebro mi regreso a la civilización, a las calles pavimentadas, al metro y a las múltiples rutas para llegar a todos lados (menos mi casa-casa, a la que sólo hay una forma de ir). Celebro ya no hacer mínimo una hora para ir a CUALQUIER lugar (menos a mi casa-casa, a la que hago como hora y cuarto).

Lamento no tener lavadora ni martillo ni clavos ni horno de microondas ni botiquín médico -con ibuprofeno en grandes cantidades, oh- ni edredón de bolitas ni café de cuarentaycincopesos ni escáner marca Canon ni mis artesanías chairísimas ni cajitas de Olinalá ni secadora de cabello ni abrelatas eléctrico ni macetas con perejil -listo para añadirse a cualquier platillo- ni mis toneladas de vestidos vaciladores ni taladro eléctrico ni comodísima silla de oficinista ni mis legos ni.

Pero ya traje mi computadora y 30 pares de calcetines. Y él, ÉL, ps ya venía incluido. Más que suficiente para ser feliz.