Estampados textiles subversivos

Son vacaciones, únicos periodos en los que recuerdo mis sueños. Ahorita que estaba planchando una de mis playeras verde brillante recordé mi sueño, durante el que seguro sudé frío y me agité llena de angustia y temor. Resulta que a una comida-familiar-de-mi-novio se me ocurría llevarme mi vestido blanco de bolitas rojas. Semejante ocurrencia se veía empeorada por mi omisión de rasurarme las axilas y, para colmo, haberme llevado mi brassiere strapless (¿así se escribe?), que asomaba por la espalda. Y no llevaba suéter ni chamarra para disimular los horrores de mi torso. ¡Tierra, tragadme!
Sin duda, el sueño fue una variación sofisticada del "irse desnudo a la escuela", sólo que quizá peor: sin ropa todos somos iguales, pero un vestido de bolitas y un sope sin rasurar, santo cielo, esas cosas no las tiene ninguna señorita de sociedad.